Próximo
domingo: quinto domingo de cuaresma
1.
Silencio, calma…
respiramos. Nos ponemos en presencia de Dios. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2.
Reflexión: Vamos
a rezar juntos esta oración antes de escuchar la lectura del próximo domingo
3.
Oración:
ORACIÓN
PRIMARIA
Señor, que el Espíritu Santo
le de calma a nuestro corazón
para escuchar con él lo que vas a decirnos,
Señor, que el Espíritu Santo
prepare nuestra mente,
para que podamos entender lo que vas a decirnos.
Señor, que el Espíritu Santo
quite de nuestro corazón y nuestra mente las cosas que no
sean buenas,
que nos cure de lo que nos duele y entristece
y nos haga muy fuertes en tu amor.
Amén
ORACIÓN
SECUNDARIA
Danos tu Espíritu, Señor,
que serene nuestro corazón,
abra nuestros sentidos
y nos disponga a acoger tu Palabra,
.
Danos tu Espíritu, Señor,
que prepare nuestra inteligencia,
nos revele la verdad
y nos haga dóciles a tu enseñanza.
Danos tu Espíritu, Señor,
que abra nuestro corazón a tu misericordia,
que sane nuestras miserias,
y nos haga fuertes en tu amor.
Amén
4.
Lectura del evangelio:
Jesús estaba en el templo, todo el pueblo acudía a él,
y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer
sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: “Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda
apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?” Le preguntaban esto para
comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo
en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les
dijo: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. E inclinándose
otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno,
empezando por los más viejos. Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que
seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus
acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?” Ella contestó: “Ninguno, Señor”. Jesús
dijo: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.
Comentario a la Palabra:
En
Israel, el adulterio era tenido por delito público contra lo prescrito por Dios
y la ley lo castigaba con la muerte. Jesús es puesto en una situación
comprometida, pero su respuesta es clara: siempre hay lugar para el perdón, el
amor y la vida. La ley de la que Jesús habla se basa en el amor, no en el
cumplimiento estricto de leyes, normas y preceptos.
La
mujer no era inocente, pero los que la traían la estaban maltratando y acusando
cuando ellos mismos tenían muchas faltas y pecados. El juicio de Jesús es
doble: a los acusadores les devuelve su pecado, y a la acusada le da el perdón,
la paz y un futuro nuevo. Este modo de obrar nos manifiesta el rostro de Dios.
Lo
que la mujer adúltera necesitaba no eran piedras, sino un corazón
misericordioso y una mano amiga que le ayudara a levantarse. Ojalá lleguemos a
descubrir que lo que muchas personas necesitan no es la condena, sino alguien
que les ayude y les ofrezca una posibilidad de empezar de nuevo.
Compartir después de la lectura y el
comentario a la Palabra:
·
¿Qué te dice a
ti personalmente esta lectura?
Santa Mª Eugenia de Jesús, ruega por nosotros.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.