Si la vida te desilusiona_SECUND_Viernes 14 Ene

Guardamos silencio,  con calma, vamos entrando en nuestro interior. 
Nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu SantoAMÉN.

Un hombre que vivía en un pueblo del interior de la India y nunca había tenido ocasión de contemplar el mar, había instalado con fijeza una idea en su mente: no podía morir sin ver el mar. Para ahorrar algún dinero y poder viajar hasta la costa, tomó otro trabajo además del suyo habitual. Ahorraba todo lo que podía y suspiraba por que llegase el día de estar ante el mar. Fantaseaba sobre lo maravilloso que debía ser el mar e imaginaba muchas cosas respecto a sus cualidades. Fueron años difíciles. 
Por fin consiguió ahorrar lo suficiente para hacer el viaje. Tomó un tren que le llevó hasta las cercanías del mar. Se sentía entusiasmado y gozoso. Llegó hasta la playa y observó el fantástico espectáculo. ¡Qué olas tan mansas! ¡Qué agua tan bella! Se acercó hasta la orilla, cogió un poco de agua con la mano y se la llevó a los labios para degustarla. Entonces, desencantado y abatido, pensó: “¡Qué pena que sepa tan mal con lo hermosa que es!”. 
Y se sintió muy desilusionado. 

Cuando creemos que la vida nos ha fallado, suele ser porque teníamos otro plan. Y es justo ese plan imaginario lo que nos ha fallado, no la vida. 
Nos hace daño lo que esperamos que pase y no pasa, no lo que pasa. Nos hace daño lo que esperamos que nos diga alguien y no nos dice, no lo que nos dice. Nos hace daño lo que esperamos de la vida, no la vida. 
Cada persona crea su vida a su manera, con lo que quiere, con lo que siente, con lo que es, con lo que puede ser y con lo que Jesús espera de él o de ella. 
Pero Jesús a veces tiene planes que nos sorprenden… 


Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? 

Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? 


Traemos la vida ante el Señor:

Compartimos algún pensamiento que nos haya provocado la oración, damos gracias, pedimos ayuda al Señor...

Dios te salve María...

Sta Mª Eugenia de Jesús, 
ruega por nosotros.