Respira tranquilamente y observa despacio cómo entra en tu cuerpo el aire. Busca la paz y el silencio que hay en tu interior... Cierra un momento los ojos si eso te ayuda.
Nos ponemos cómodos, nos vamos relajando y vamos guardando silencio.
Nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. AMÉN.
Jesús nos dijo:
"Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos" (Mt 18, 20)
Leamos un cuento.
Una noche un hombre tuvo un sueño.
Soñó que caminaba por la playa con el Señor mientras en el cielo aparecían escenas de su vida.
Por cada escena, notó dos pares de huellas en la arena; unas le pertenecían a él y las otras al Señor. Cuando la última escena de su vida apareció ante él, miró hacia atrás, a las huellas en la arena.
En ese instante se dio cuenta de que muchas veces en el camino de su vida sólo había un par de huellas.
Notó que esto sólo ocurría en los momentos más tristes y difíciles de su vida. Esto le dio mucha pena y le dijo al Señor:
“Señor, Tú siempre me decías que no tuviera miedo, que Tú estarías conmigo todo el camino.Pero he visto que en los momentos más difíciles de mi vida, sólo hay un par de huellas.
No entiendo porqué cuando más te necesitaba, Tú me abandonaste”.
El Señor le contestó:
“Mi querido, querido hijo,
te amo y jamás te abandonaría.
Durante tus tiempos de sufrimiento y aflicción
sólo ves un par de huellas, pero son las mías. En esos momentos tan duros para ti,
YO TE LLEVABA EN BRAZOS”.
Traemos la vida ante el Señor: Compartimos algún pensamiento que nos haya provocado la oración, damos gracias, pedimos ayuda al Señor...
Padre Nuestro...
Padre Nuestro...
Sta Mª Eugenia de Jesús,
ruega por nosotros.
