Guardamos silencio unos segundos, mientras vamos recuperando la calma y entrando en nuestro interior. Nos ponemos en presencia del Señor y ponemos en su presencia este nuevo día. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. AMÉN.
Vamos a escuchar una conversación que tuvo Dios con un profeta llamado Jeremías que vivió mucho antes que Jesús.
El Señor se dirigió a mí (Jeremías), y me dijo: «Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones.»
Yo contesté: «¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!»
Pero el Señor me dijo: «No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra» (Jer 1, 4 - 8).
Al igual que con Jeremías, Dios se hace presente en nuestra vida, nos habla al oído, nos expresa su amor, y nos propone una misión prometiéndonos su compañía y su ayuda.
¿Sabías que Dios pensaba en ti y te había escogido así ?
Pidamos al Señor que abra los oídos de nuestro corazón, para que sepamos escucharle.
Traemos la vida ante el Señor: pedimos, damos gracias...
Padre Nuestro…
SANTA Mª EUGENIA DE JESÚS,
RUEGA POR NOSOTROS