Hacemos silencio interior, buscamos la calma de este ratito de oración y nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre...
Cada Navidad celebramos que Dios está presente, cercano a nosotros; y que no se cansa de volver a nuestra vida una y otra vez.
¿Por qué Señor? ¿Para qué naciste y naces cada día en nosotros?
Me he hospedado en vuestra casa
para que viváis siempre en mi presencia.
He dormido a vuestra vera para que soñéis un mundo mejor. Me he hecho uno de tantos para que todos valgan lo mismo.
He querido hacerme, ante todo, hombre y llorar y reír y vivir con vosotros.
Y así, cuando lloréis sabréis que no estáis solos, que yo lloré primero para que vuestras lágrimas tengan sentido.
Y cuando riais, sabed que yo estoy con vosotros, que vuestra risa es la mía y vuestra alegría, mi gloria. Así vuestra alegría será mi felicidad y vuestra alegría mi felicidad.
Y si tú quieres de verdad seguirme, búscame pobre entre los pobres, llorando donde hay dolor, sufriendo con el que sufre, compartiendo la rabia del oprimido y riendo donde la alegría es sincera.
Mira que estoy a tu puerta y llamo.
Si tú me abres tu corazón y tu vida, cenaremos y cantaremos juntos hasta el último amanecer.
Traemos la vida ante el Señor: pedimos, damos gracias...
SANTA Mª EUGENIA DE JESÚS,
RUEGA POR NOSOTROS




