Fraternidad entre todos
Hacer crecer la unidad
implica rechazar las desigualdades sociales. Muchos de los grandes problemas comienzan
con la exclusión sufrida por personas e incluso por pueblos enteros.
Seamos solidarios con los cristianos de todas las Iglesias, con los creyentes de otras religiones, con las mujeres y hombres que no creen en Dios; seamos solidarios con personas en precariedad, los excluidos, los migrantes cuyos itinerarios vitales han estado a menudo marcados por un gran sufrimiento.
Practicar la fraternidad comienza en nuestra puerta. Superemos las segregaciones, creemos amistad. Y veremos que nuestros corazones se abren, se ensanchan, se hacen más humanos. ¿Somos conscientes de hasta qué punto nuestra manera personal de vivir puede tener un impacto incluso en el otro extremo del mundo?