Hoy es un día especial para la Asunción, el aniversario de la Canonización de Mª Eugenia. Y nos seguimos acercando a la fiesta de PENTECOSTÉS, que se celebra este domingo. Esperamos confiados, sabiendo que el Espíritu Santo siempre acude a nuestra vida, y que nos ayuda a vivirla, como quería Mª Eugenia, con la mayor plenitud posible.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno.
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
- No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
- Entre nosotros hay judíos de muchos sitios, algunos somos forasteros de Roma, también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
La fuerza del Espíritu Santo nos hace vivir, hacer, pensar... de una forma distinta, plena. Y no es un regalo para aquellos que se lo ganan, no es como una buena nota conseguida al final del curso. Es un regalo para todos. Es la fuerza del amor de Dios que nos impulsa a hacer el bien a nuestro alrededor, a sentir su paz y a tener el coraje y la fuerza de luchar por la justicia.
Hoy pedimos al Señor que su espíritu inunde nuestra vida y la de La Asunción.
Traemos la vida ante el Señor: Pedimos, damos gracias por algo o por alguien, compartimos pensamientos surgidos en la oración...
Sta Mª Eugenia de Jesús,
ruega por nosotros.