1.
Silencio, calma…
respiramos.
2.
Nos ponemos en
presencia de Dios. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
PRIMARIA
Evangelio: SAN LUCAS 6, 17,20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce
y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo,
procedentes de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y de Sidón. Él,
levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
“Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de
Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque
quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os
excluyan, y os insulten y os proscriban vuestro nombre como infame, por causa
del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con
los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los que estáis saciados!,
porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y
lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían
vuestros padres con los falsos profetas”.
Palabra de Dios.
Todos rezamos un Padrenuestro para pedir por los
pobres, los hambrientos, los que lloran y
los excluidos.
SECUNDARIA
Evangelio: SAN LUCAS 6, 17,20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce
y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo,
procedentes de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y de Sidón. Él,
levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
“Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de
Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque
quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os
excluyan, y os insulten y os proscriban vuestro nombre como infame, por causa
del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con
los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los que estáis saciados!,
porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y
lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían
vuestros padres con los falsos profetas”.
Palabra de Dios.
Reflexión:
Las Bienaventuranzas revelan el estilo de
vida de Jesús y los primeros frutos de la vivencia del Reino de Dios. Ellas
canalizan la alegría da seguir a Jesús.
La felicidad de la que nos habla la Escritura es
profunda y duradera. Jesús proclama que, al responder al amor de Dios incluso
en situaciones dolorosas o problemáticas, descubrimos su rostro, lo sentimos
cerca y nos fortalecemos, lo que conlleva una felicidad muy grande que inunda
nuestra vida. Las Bienaventuranzas
descubren la meta de la existencia humana, el fin último de toda persona: Dios
nos llama a la felicidad de vivir en plena comunión con él y con nuestros
hermanos. Cada Bienaventuranza y todas ellas juntas, nos muestran cómo hacer
presente el Reino de Dios a nuestro alrededor y así construir la Civilización
del Amor, y a “darle la vuelta al mundo”.