Busca la paz y la calma en tu interior. Busca el silencio en el que puedes encontrarte contigo mismo... y si quieres, también con Dios.
Nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. AMÉN.
Jesús enseñaba a sus discípulos cómo vivir al modo en que Dios quería, pero no lo hacía solo con sus palabras. Su comportamiento, sus gestos, sus reacciones, sus opiniones... iban haciendo entender a los discípulos qué era eso del Reino de Dios. Los evangelistas dejaron escritas aquellos que más les impactaron. Por ejemplo, este comentario de Jesús un día que fueron a rezar al templo.
Marcos 12:38-44
Estando Jesús sentado
delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca;
y muchos ricos echaban mucho.
Y vino una viuda pobre, y
echó dos blancas, o sea un cuadrante.
Entonces llamando a sus
discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos
los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les
sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
¿Qué crees que quería enseñar Jesús a sus discípulos?
La viuda entrega muy poco... pero convierte en mucho lo poco; al darlo con tanto cariño a los demás.
Observa este dibujo.
¿Qué opinas?
¿Estás de acuerdo?
¿Estás de acuerdo?
Hay muchas personas anónimas que se dan a sí mismas, a fondo perdido, por los demás. Son ellos y su ternura los que hacen que el mundo sane y mejore.
Por eso siempre decimos que Dios se hace presente a través de lo pequeño, lo sencillo, lo pobre....
Y tú... ¿Qué entregas de ti mismo a los demás?
Rezamos juntos esta oración:
Traemos la vida ante el Señor: Damos gracias, pedimos ayuda al Señor...
Pon Señor en mis ojos miradas serenas que infundan
confianza y serenidad.
Pon en mi boca las palabras adecuadas para orientar
las acciones correctas, hablar de amor y difundir
tu mensaje, proclamar tu reino.
Pon en mi mente pensamientos rectos, limpios,
justos, firmes, renovadores.
Pon en mis oídos la capacidad de escucha, y la actitud
idónea para escuchar a cuantos me necesiten.
Pon en mis labios sonrisas auténticas y palabras prudentes
que infundan paz, acogida, alegría y optimismo.
Pon en mis manos las caricias más tiernas y el soporte
más firme para quienes las demanden.
Pon en mi corazón los sentimientos más nobles y
la capacidad de amar sin límites.
Pon en mis pies la fuerza de caminar sin desfallecer,
hasta hacer realidad las utopías que nos ayuden
a implantar tu reino en la tierra.
Traemos la vida ante el Señor: Damos gracias, pedimos ayuda al Señor...
Sta Mª Eugenia de Jesús,
ruega por nosotros.