Jesús hablaba muchas veces con ejemplos y parábolas. Una vez les dijo a sus discípulos:
“¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno”.
Imagina que las semillas somos cada uno de nosotros. Podemos crecer y dar fruto bueno. Dios cuenta con nosotros para sembrar amor, paz, alegría... ¡somos sus semillas!
Sois semillas del Reino
Sois semillas de Dios
plantadas en la vida.
Sois buenas y tiernas,
llenas de posibilidades.
Os tengo en mi mano,
os acuno y quiero,
y por eso os lanzo al mundo:
No tengáis miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
No os quedéis enterradas.
¡Floreced
y dad fruto!
No tengáis miedo,
que Yo estoy con vosotros.
Traemos la vida ente el Señor: hacemos eco de la oración, pedimos, damos gracias...
SANTA MARÍA EUGENIA DE JESÚS,
RUEGA POR NOSOTROS