
Nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. AMÉN.
LEEMOS ESTE SALMO A DOS COROS (la mitad de la clase una estrofa, la otra mitad la siguiente...) Y LUEGO HACEMOS ECO (repitiendo las palabras que más nos hayan tocado el corazón)
“Salmo de esperanza”
A ti, Señor, levanto mis ojos,
a ti, que habitas en el cielo
y entre los hijos de los hombres,
levanto mis ojos.
¿De dónde viene mi esperanza?
La esperanza me llega a borbotones
de tu inmenso amor,
de que no te olvidas nunca de mí.
Muchos hombres ponen su esperanza
en tener suerte en la vida,
en que todo les salga bien,
en la solución de sus problemas.
Mi esperanza es pronunciar tu nombre.
Mi alegría se llama conocerte,
saber de tu bondad infinita,
más allá de donde alcanza mi razón.
Tú eres una puerta abierta,
una ventana llena de luz.
Cuando los hombres me miran,
me preguntan por qué sigo creyendo,
por qué Tú sigues siendo mi esperanza.
Me digo: si te conocieran,
si supieran sólo un poco de ti,
si ellos descubrieran lo que Tú me has dado,
estoy seguro de que no dirían lo que dicen;
pues Tú eres maravilloso,
acoges mis pies cansados.
Por eso, por todo y por siempre,
Tú, Señor, eres mi esperanza. Amén
Hacemos eco del salmo.
Traemos la vida ante el Señor: Damos gracias, pedimos ayuda al Señor...
Sta Mª Eugenia de Jesús, ruega por nosotros.