Entregarnos a los demás cuesta trabajo. Vivir dispuestos a ayudar no siempre es fácil. A veces entran ganas de ser egoísta y pensar solamente en uno mismo. ¿Has pensado o sentido eso alguna vez?
Sin embargo, Jesús nos dice:
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se olvida de sí mismo en este mundo, ganará la vida eterna.
Si vivimos así, dispuestos a olvidarnos de nosotros y a atender a los demás, ganaremos vida en abundancia para nosotros y para los que nos rodean. Y en cualquier circunstancia podremos ser fuente de vida, de alegría y de amor para otros.
Sabemos que no siempre es fácil, aunque merezca la pena. A veces las fuerzas nos fallan. En esas ocasiones son en las que más debemos confiar y apoyarnos en Dios. Y rezar, como con esta canción:
Traemos la vida ante el Señor: pedimos, damos gracias...