Comenzamos la mañana con una pequeña historia que describe en forma de cuento una anécdota que se le atribuye al famoso escultor renacentista Miguel Ángel Buonarroti. Seguro que alguna vez hemos visto alguna escultura suya.
Nos va a servir para entender que para descubrir las cosas importantes, tenemos que quitar lo que nos sobra. Y que, aunque a veces duela, tenemos suerte de que otros nos ayuden en ese camino.
El escultor
Había en una gran ciudad un escultor muy famoso. Su taller estaba abierto a la calle, y a los niños del barrio, les gustaba ir a verlo trabajar. Todas las tardes, trabajaba rodeado de niños curiosos.
Un día, llegó un camión y descargó en el taller una gran piedra de granito. El hombre empezó a esculpirla con su martillo y su cincel. Golpe a golpe, iba arrancando trocitos a la gran piedra.
Llegó el verano, y los niños del barrio se fueron de vacaciones con sus familias fuera de la ciudad. Al cabo de dos meses, los niños fueron apareciendo por el taller, a ver al hombre trabajar, y quedaron gratamente sorprendidos, el hombre estaba dando los últimos retoques a un precioso caballo de granito. Un niño, se acercó al escultor y le preguntó: ¿ cómo has sabido que dentro de esa piedra estaba ese caballo?
SANTA Mª EUGENIA DE JESÚS,