Nos sentamos en una postura cómoda que nos permita centrarnos y nos ayude a vivir este momento de oración. Hacemos silencio.
Nos ponemos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. AMÉN.
¿Cuántas veces las prisas y las distracciones no nos permiten ver lo realmente importante? ¿Cuántas veces hemos necesitado una mirada, un poco de cariño, que nos escuchen... y las prisas y las distracciones en los demás les han impedido darse cuenta? ¿Cuántas veces nuestro propio malestar interior nos turba y no nos deja estar bien? ¿Te ha pasado a ti alguna vez?
Cuando notes que tienes el corazón y la mente demasiado ajetreados, párate, respira... recuerda estos momentos de oración de la mañana y pídele a Dios la calma que necesitas.
Traemos la vida ante el Señor (Compartimos algún pensamiento que nos haya provocado la oración, damos gracias, pedimos ayuda al Señor...)
Padre nuestro que estás en el cielo...
Sta Mª Eugenia de Jesús, ruega por nosotros.