En realidad, la puerta original era una entrada con arco, ancha y alta, pero fue tapiada, en tiempo de los cruzados, con el objetivo de evitar que, en aquel tiempo de guerra, de asaltos y saqueos constantes, pudieran entrar a la Iglesia carros y caballerías. Es decir, venía a ser algo así como un control de acceso.
Aunque ese fuera el propósito consciente e inmediato de su reforma en aquella época, podemos aprender del signo que es pequeña la puerta para entrar en el Misterio de Belén. Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse... ser humilde, dejar de lado sus orgullos y aires de grandeza. Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de hacernos como niños.
Desde el principio, Dios eligió a los más humildes para mostrarse al mundo.
Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lc 2,10-14)
Traemos la vida ante el Señor: pedimos, damos gracias...