La puerta de la humildad_SECUND_Jueves 23 Dic

 


    Un lugar emblemático de las celebraciones navideñas en todo el mundo es la Basílica de la Natividad de Belén; uno de los templos cristianos más antiguos, construido sobre la cueva donde, según la tradición, nació Jesús de Nazaret. Quien llega a la Basílica, de amplias dimensiones en su interior, se sorprende de que la entrada desde el exterior a un templo tan importante sea una pequeña puerta, de no más de metro y medio de altura, esquinada en una gruesa pared de piedra. Se le llama la Puerta de la humildad

    En realidad, la puerta original era una entrada con arco, ancha y alta, pero fue tapiada, en tiempo de los cruzados, con el objetivo de evitar que, en aquel tiempo de guerra, de asaltos y saqueos constantes, pudieran entrar a la Iglesia carros y caballerías. Es decir, venía a ser algo así como un control de acceso. 

    Aunque ese fuera el propósito consciente e inmediato de su reforma en aquella época, podemos aprender del signo que es pequeña la puerta para entrar en el Misterio de Belén. Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse... ser humilde, dejar de lado sus orgullos y aires de grandeza. Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de hacernos como niños.

    Desde el principio, Dios eligió a los más humildes para mostrarse al mundo.

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:  ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lc 2,10-14)


Traemos la vida ante el Señor: pedimos, damos gracias...


SANTA Mª EUGENIA DE JESÚS, 

RUEGA POR NOSOTROS